La historia que nos narra esta novela nos
muestra una sociedad futura, un mundo
totalitario y dominado por la tecnología. En este mundo nos encontramos el
cuerpo de bomberos al que pertenece el protagonista, pero la misión de estos
bomberos es un tanto peculiar… no apagan fuegos, todo lo contrario, se encargan
de encenderlos y lo hacen para quemar los libros, que están totalmente prohibidos.
El protagonista se siente orgulloso de contribuir a lo que él cree que es un
mundo feliz, todo cambia cuando conoce a una joven que le hace cuestionárselo
todo. ¿Es realmente feliz? ¿Por qué están prohibidos los libros? ¿Encontraría
todas las respuestas en los libros? A
partir de ese momento, todo su afán es recuperar libros, imprimirlos… para que
no se pierdan. Sin embargo es descubierto y perseguido, aunque en su huida
encontrará a un grupo de sabios que ha memorizado libros para la posteridad,
son los “hombres-libro” que representan la salvaguardia del conocimiento.
La sociedad que describe el libro me
pareció vacía, las personas no sienten, ni hablan entre ellas… se limitan a ver
unas pantallas en las que son bombardeados con mensajes que hacen que no tengan
que ni siquiera pensar, no
necesitan saber nada sobre nada, simplemente los distraen con concursos,
novelas… En un mundo así los libros son peligrosos porque hacen que las
personas reflexionen, ven que hay varias versiones de un mismo tema, se puede debatir, conversar. Me gustó mucho
cuando los “hombres-libro” comparan a la
humanidad con un ave fénix: una y otra
vez se destruye por su propia estupidez y vuelve a renacer de sus cenizas,
gracias a los libros, gracias a no olvidar lo que en ellos se nos cuenta de
nuestro propio pasado. Quizás algún día aprendamos a vivir en paz.
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